En Facebook no existen los feos

Hace rato que vengo observando un fenómeno la mar de interesante. Resulta que en las redes sociales en general, y en Facebook en particular, no existen los feos salvo que salgan en memes.

Te das de bruces con selfies de gente que tiene vetada la entrada hasta en las discotecas de Mordor, y al poco aparecen un sinfín de comentarios haciendo loas a la belleza del sujeto.  ¡Guapa! ¡Guapo! aseveran de forma impúdica sabiendo que mienten cual bellacos y que mientras echan los piropos se les pasa por la cabeza qué harían si ese sujeto fuese el último del mundo y les tocase perpetuar la  especie.

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El mocito feliz 2.0

 No sé en vuestras ciudades, amigos, pero en Málaga hay una nueva figura muy extendida que ha crecido al albur de las nuevas tecnologías. Se trata del mocito feliz 2.0.

El autóctono y auténtico Mocito Feliz de Málaga aparece allí donde están los famosos, detrás de cualquier personaje, para lograr su minuto de gloria mediático y promocionar lo que se tercie en ese momento. Su alter ego 2.0 funciona igual, pero es aún más sagaz. Por si acaso alguna cámara de los móviles circundantes no le inmortaliza, él mismo pide que le echen la foto con su propio móvil para asegurarse el trofeo.

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Redes sociales: si no lo cuento, parece que no lo he hecho

En la vida en general todo es bueno, malo, positivo o negativo en función del uso que hagamos, y las redes sociales no escapan de ello.

De un tiempo a esta parte, y coincidiendo con la eclosión definitiva y masificación de Facebook, Twitter, Instagram y otras muchas redes, veo asociado un fenómeno de sobreexposición de los usuarios que además de no ser beneficioso para ellos, supone un ruido e incordio general para buena parte del resto de los que pululamos por el universo 2.0.

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