LinkedIn: espameando voy, espameando vengo…

LinkedIn es sin duda la red social más importante para buscar trabajo y seguramente también para compartir ideas o buscar sinergias en un entorno empresarial.

LinkedIn siempre me gustó y hace bastante que tengo perfil creado y pertenezco a varios grupos, aunque no les haya dedicado el tiempo que seguramente merecerían para sacarle verdaderamente partido. Sin embargo, hasta hace apenas un tiempo, cada vez que que el indicador de mensajes de entrada te avisaba de que tenías novedades era sinónimo de contactos interesantes, posibles oportunidades, o al menos noticias relevantes.

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Social media, gurús, y el efecto papagayo

Hace días que vengo meditando si escribir este post. Hace meses que la cascada de artículos sobre las 10 mejores manera de… inundan mi Timeline, y hace horas que una interesante charla en Twitter sobre un libro cuyo título parece que da a entender que te forma como comunnity manager en una semana, me ha convencido de que debo hacerlo.

De un tiempo a esta parte el social media está de moda. Todos coincidimos en que las empresas deben apostar por él como una herramienta ideal para llegar a la clientela, mejorar sus ventas y tener una retroalimentación constante que les ayude a mejorar sus servicios, su oferta y su imagen de marca. Eso está claro, y las empresas van aceptando que la adaptación es irreversible y algunas incluso exprimen la exigua caja menor invirtiendo en ella generalmente a precios de saldo.

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Soy autónomo. Perdón, quería decir CEO.

Cuanto más tiempo paso en Twitter, más me doy cuenta del incalculable valor sociológico que tiene esta herramienta en la actualidad, y aún más que tendrá en el futuro.

La vieja España de los hidalgos, que tenían prohibido trabajar por su condición, se ha transformado hoy en día en la nueva España en la que muchos trabajan, pero no asumen su condición.

Los barrenderos se han transformado en técnicos en recogida de residuos sólidos urbanos; los comerciales, en ejecutivos de cuentas… y los autónomos, en Twitter, son CEOs.

No hay como crear tu negocio (muchos seguramente sin siquiera clientes, o pagar las perceptivas cuotas a la Seguridad Social) y ponerte en la bio de la red social del pajarito “CEO de…” y ancha es Castilla, damas y caballeros. De un plumazo pasan de humilde emprendedor a director general.

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